Algo de arquitectura

Un pórtico de estilo greco-romano nos roba inteligentemente la atención. Las columnas corintias sostienen un pesado capitel, en el cual la figura de un ángel parece darnos la bienvenida. El sitio tiene un aspecto lúgubre y solemne a la vez. En silencio, ingresamos al predio y sólo escuchamos el sonido que producen nuestras pisadas sobre las pequeñas piedras del camino y el gorgoteo de las palomas que habitan en el lugar. Se trata del antiguo cementerio de Paysandú, hoy devenido en Monumento Histórico Nacional por la calidad de las obras que allí se encuentran. Conocido entre los habitantes como “Monumento a Perpetuidad”, guarda riquísimas obras artísticas y arquitectónicas.

 

Impresiona observar las expresiones congeladas de las estatuas, que parecen querer hablarnos, decirnos algo en particular, aunque en nuestro interior sabemos que ello es producto de nuestra imaginación. Si se observa con detenimiento, se pueden apreciar algunos signos de la masonería en aquellas tumbas de controvertidos personajes que habitaron en Paysandú. También, como es de esperarse, la impronta católica se riega por el predio. Todo es quietud. El resto de los visitantes parece moverse en cámara lenta. Algunos se animan a murmurar, pero la gran mayoría queda atónita frente a las obras que allí se encuentran y que eternizan en mármol y bronce un pasado lleno de gloria y bonanza. En su estadía en Paysandú, esperamos que se anime a visitar el monumento a perpetuidad. Sin duda, vale la pena recorrerlo.